domingo, 16 de diciembre de 2012

Desiderio



   Poderosos deseos
   no apaciguan la necia inquietud,
   que de ninguna manera
   lo hará respirar.

   Por cuanto más desea:
   la pena nunca llegará a calmar,
   siendo la desdicha
   su cruel ataúd.

Satisfacciones positivas que sólo incrementan su búsqueda de más deseos, incontrolables ante la devoción que marchita el existir, incontenibles bajo la razón del porvenir. Un elixir que, en vez de dar vida, conlleva a la muerte. La muerte de pensamientos que proclaman libertad de sentir sin miedo.

Decidir entre un corazón lleno de angustia por el inagotable deseo y una mente que lo obliga a nunca desertar, fielmente mitiga su euforia con lo interminable de la satisfacción. Una y otra vez, siendo esa su declaración.

Quien se pregunta por qué estamos destinados a desear siempre mucho más, termina desatando la furia que en su interior estuvo sumergida en lechos de paz y monotonía. Intolerante se llena el vacío que deja la cruel realidad.

Hasta puede ser mas confiable el conformarse con lo que se tiene, pero sin duda la naturaleza nos lanza al más allá sin motivos... 

   Sólo hay que decidir.


- Deseando no satisfacer el deseo -


25.04.2006

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